Que la juventud no está reñida con el espíritu empresarial es un hecho constatado en el caso de Javier Agüera, de 19 años y con tres start-ups a sus espaldas. Un carácter proactivo e innovador es todo lo que necesitó para fundar empresas como TopKami o Darkgate Softworks. Pero su unión con Rodrigo Silva Ramos marcó definitivamente su irrupción en el mundo empresarial con letras mayúsculas. Agüera, con 16 años entonces, y Silva Ramos, se lanzaron a la industria de la telefonía móvil con GeeksPhone. La start-up, creada a comienzos de 2009, puede presumir de ser el primer fabricante español de telefonía móvil inteligente y la primera marca europea en lanzar al mercado un smartphone basado en el sistema operativo Android™ de Google: el GeeksPhone One, lanzado en enero de 2010.
El objetivo de la compañía es ofrecer al usuario teléfonos inteligentes de gama alta a un precio más asequible, eliminando intermediarios y optimizando los recursos propios de la empresa. Pretenden ofrecer a un público amante de la tecnología soluciones de telefonía móvil de código abierto, lo que libera al consumidor de la atadura de pertenecer a un operador determinado.
La buena relación entre calidad y precio de sus productos se ha traducido en una elevada demanda: del primer teléfono que lanzaron, el Geeksphone One, ya no quedan existencias.
Su segundo producto, el Geeksphone Zero, vio la luz en marzo de este año. Con un precio de salida de 189€ (168€ para quienes hubiesen adquirido la versión anterior), estiman que se venderán miles de unidades.
Pese a las dificultades de tener que luchar contra grandes gigantes y líderes del sector de la telefonía móvil, según el propio Agüera, GeeksPhone poco a poco se está abriendo hueco en el mercado global. Y pretenden seguir creciendo. Según han anunciado, su tercer teléfono inteligente, el Geeksphone Two se lanzará en los próximos meses, con un coste inferior a los 400€. Además, pretenden expandir su empresa instalándose en otros países, especialmente de América Latina.
Pero, a que tenía dinero? Hay mucha gente joven con grandes ideas, pero la realidad es que, normalmente, la inversión es importantísima y los jóvenes tienen pocos recursos económicos. Las organizaciones ofrecen ayudas, pero cuando vas a tocarles la puerta, ves que las trabas son muchas y casi imposible tener opción a algo.
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