Deja claro que el libro no es una autobiografía,
aún así lo cuenta en primera persona, menciona que se ceñirá a sus
especialidades: La oportunidad y la incertidumbre.
Comienza hablando sobre historia y menciona que
el Líbano hasta principios del s.XX parecía un paraiso estable en el que
convivían diferentes culturas.
El se define como un idealista rebelde y su
ingreso en prisión por atacar a un policía, le permitió descubrir que es mas
favorable ser una persona razonable y educada. Unos meses despues el “paraíso”
Libanés desaparecio, mencionando a un Cisne Negro el cual transformo el cielo
en infierno, iniciandose una Guerra entre cristianos y musulmanes que duró 15
años.
Nos explica que la forma que tiene el ser humano
de captar los sucesos es en parte incompleta, ya que no vemos todo lo que
ocurre, de modo que tiene 3 trastornos, a los que denomina el terceto de la
opacidad y son: 1.) Es pensar siempre que todo lo que nos rodea es mas
comprensible, mas explicable y mas predecible de lo que es en realidad. La
mente no acepta la idea de la impredecibilidad. 2.) Distorsión Retrospectiva.
Es como podemos evaluar las cosas después del hecho. La historia parece más
clara y organizada en los libros que cuando se vive, menciona que los sucesos
nos los presentan de forma distorsionada. 3.) La maldición del aprendizaje. El autor cuenta que
personas muy inteligentes e informadas no tenían ventaja alguna sobre los
taxistas en sus predicciones, pero había una diferencia crucial. Los taxistas
sabía que no comprendían las cosas mejor que las personas que tenían estudios.
Nadie sabe nada, pero los grandes pensadores están convencidos de que saben más
que los demás porque eran pensadores reputados, y cuando se es miembro de la
élite se sabe mas que nadie. Tanto el conocimiento puede tener un valor dudoso,
y también la información.
Cuenta que estudió empresariales y es cuando se
dio cuenta de que algunos resultados científicos son inútiles
en la vida real, ya que estan creando Cisnes Negros. Tras vivir la
crisis de 1987 en Manhattan, le desconcertaba que un
desastre económico pudiera ser más desmoralizante que la guerra, y fue cuando pensó
realmente que no le importaba nada el dinero, aún así se licenció y trabajó en
la bolsa. Cuando le preguntaban como se ganaba la vida, sentía la tentación de
decir «Soy empírico escéptico, lector-errante, alguien empeñado en llegar a lo
más profundo de una idea» pero el decía que era conductor de limusinas.