sábado, 3 de diciembre de 2011

Los países occidentales no sacarán a flote

ni a los países del Este ni a la URSS

Por todas partes, la desbandada. A los países del Este les gustaría mucho ver a los grandes países industrializados venir en ayuda de sus economías en ruina total. Walesa no para de mendigar en nombre de Polonia la ayuda de «Occidente». Gorbachov pide ante Bush «la cláusula de la nación más favorecida», acuerdo preferencial en los contratos que Estados Unidos ha negado siempre a la URSS y que en su tiempo sí fue concluido con Rumania, el país más pobre del ya antiguo bloque del Este. La RDA espera de la reunificación con la RFA subsidios para salvar los escasísimos sectores de su aparato productivo que no están en la ruina.

Pero los países occidentales no parecen dispuestos ni siquiera a comprometer la décima parte de los gastos necesarios en una aventura que no es que sea arriesgada, es que ya es un fracaso seguro. Pocas ilusiones quedan sobre la perspectiva de enderezamiento económico de los países del Este. No hay ninguna ganancia que sacar de un aparato productivo con una infraestructura y unos medios de producción totalmente caducos y con una mano de obra sin la menor preparación para las normas de productividad draconianas impuestas por la guerra comercial en el mercado mundial, guerra que libran las principales potencias industriales occidentales, sobre todo Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental y los demás países de Europa occidental.

Y aunque el FMI otorgara más créditos, se vería ante una situación parecida a la de los países del «tercer mundo», insolventes, con deudas por miles de millones y que nunca serán reembolsadas.

Es significativo que el encuentro Bush-Gorbachov (cuando escribimos estas líneas) no haya dado por ahora lugar a ningún acuerdo económico especial, si no es a la tímida reconducción de acuerdos ya existentes. Ya nadie apuesta por no se sabe qué éxito de la famosa «Perestroika». Lo que parece tenerse en cuenta en las relaciones occidentales con el Este, son más bien preocupaciones generales sobre cómo limitar que se generalice el desorden en Europa del Este, desorden que ninguna potencia occidental ve con buenos ojos. Ni acuerdos comerciales ni industriales que pudieran significar un balón de oxígeno para las economías totalmente asfixiadas de esos países.

No hay «planes Marshall» que valgan para los países del Este como el que sirvió para financiar la reconstrucción de Europa del Oeste y de Japón por EEUU tras la segunda guerra mundial. Y si queda alguna ilusión entre los defensores de la «victoria del capitalismo» sobre el interés económico que ofrecería la desaparición del «telón de acero», la actual experiencia dolorosa para la economía alemano-occidental que es la reunificación de Alemania y la toma a cargo de la RDA[2], acabará barriéndolas del todo. Para el capital alemán hay un interés puntual a causa de la mano de obra cualificada y muy mal pagada en RDA, pero lo que se va a ver, más que otra cosa, es una punción financiera altísima y la llegada de miles de desempleados e inmigrados[3].

Ahora que el sistema financiero internacional está amenazando con desmoronarse bajo el peso de la deuda mundial, cuando ya los despidos masivos han empezado, en particular en Estados Unidos, y no van a parar de aumentar en todos los grandes países desarrollados, esos países no tienen el más mínimo interés estrictamente económico, ningún mercado en los países del Este salvo raras excepciones. Sólo algún que otro «teórico» atrasado - y aún quedan incluso, y por desgracia, en el propio campo proletario[4]- se creen todavía el espejismo de la reestructuración económica de los países del Este.

militar, único de la economía rusa que ha tenido un real crecimiento desde mediados de los años 70, ello nos da un indicador que subestima todavía más la amplitud de la crisis de la economía soviética.



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